lunes, 13 de febrero de 2012

Critica cinematográfica de "Un dios salvaje"



Comienzo a pensar que a Roman Polanski le gusta hacernos sufrir. Si. Le gusta el morbo, lo insano, lo claustrofóbico. Encierra a sus personajes entre cuatro paredes, dentro de edificios malditos y los exprime como un limón hasta que sudan sangre. Tal vez no me crean. Haré un repaso. En 'Lunas de Hiel', Peter Coyote y Emmanuelle Seigner, se pasan días enteros dentro de su apartamento, explorando los caminos del sexo más oscuros; en 'El Quimérico Inquilino', el propio Polanski, apocadamente, investigaba un asesinato cometido en su cuarto; en un edificio de Nueva York nacía 'La Semilla del Diablo'; en 'Repulsión', una Catherine Deneuve completamente trastornada, no salía de casa, ni para tirar a la basura los muertos; el yerno de John Huston, en 'Chinatown', ahogado en la piscina, etcétera.

'Un Dios Salvaje', comienza con aparentemente suceso trivial: un niño pega a otro. En la siguiente escena, los padres del agresor, están a punto de salir por la puerta del piso de los progenitores del agredido. Lo que comienza con una serie de formalidades, gestos de conciliación, lo que comienza civilizadamente, se va pudriendo, como si de una máscara de barro se tratase, hasta convertirse en una guerra sin cuartel entre ambas familias. Como si de una trampa para animales salvajes se tratase. Sólo tendrían que dar más de diez pasos por el pasillo, esperar el ascensor, bajar a la calle y olvidarse para siempre una de otra. No es así. Me recuerdan, en su afán de librarse de su propia pesadilla, a los ricachones de 'El Angel Exterminador'. John C. Reilly y Jodie Foster, a un lado del ring, al otro Christoph Waltz y Kate Winslet. Ellas dos, si no me equivoco, nominadas a los Globos de Oro, por su memorable interpretación. Dos maneras se entender el mundo, la política, la economía, el sexo, la naturaleza, el arte, la religión, la educación, etc, van enfrentarse, y nosotros sentados en primera fila. A la media hora, la sangre, sabes que te va salpicar.

Quizá no sea el trabajo más logrado del polémico director. Tampoco el peor. Recuerden sino el bodrio titulado 'La Novena Puerta' (más puertas, más secretos encerrados entre cuatro paredes). Quizá sus numerosos fans, los que abrimos la boca con admiración con cada nuevo trabajo suyo, nos hayamos visto un poco defraudados. No obstante, Polanski, aún tiene, como Woody Allen, Clint Eastwood y muchos otros de su generación, algo que contar. Seguro. Espero la próxima.

Jorge Arellano

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