viernes, 24 de febrero de 2012

Crítica de "War Horse"


Steven Spielberg sigue emocionando a grandes y pequeños. Lo ha hecho siempre. Su obra está marcada por sus sentimientos y debido al traumático divorcio de sus padres, en su mente infantil, en cada película, suele haber una separación dolorosa, y un emotivo reencuentro. Mirad: las dos hermanas de 'El Color Púrpura', el niño amante de los aviones de 'El Imperio del Sol', el angustiado padre de 'La Guerra de los Mundos', el niño abducido y su mamá en 'Encuentros en la Tercera fase', Richard Dreyfuss en 'Always', desde el más allá, 'E.T.', que quiere volver con los suyos, etc... ¿Queréis más?. Con 'War Horse', vuelve la carga.

Esta vez es un caballo, el que se separa de su amo, un adolescente, en la Inglaterra pre bélica de principios del siglo XX. No se podría elegir mejor escenario para mostrar la lucha por la supervivencia de un caballo que la primera guerra mundial. Fue la guerra que terminó con la milenaria y legendaria caballería. Las ametralladoras, las trincheras, las granadas, cambiaron el modo de hacerse la guerra entre los hombres. (Los caballos, curiosamente, no se matan entre ellos. Compiten, sí, hasta que uno de los dos dobla la cerviz ante el más dominante, pero no se aniquilan). Todo el horror de la guerra, la de los gases, la de las ratas, el barro, las alambradas, la artillería..., la guerra que comienza en Sarajevo y termina en Rethondes, la guerra que sirve de excusa a Hitler, en su locura, para querer matarnos a todos, la guerra de los miles y miles de aniquilados física, mentalmente, en Verdún, en Galípoli, ayer, en una sala de cine, tocada por la varita mágica del genio que todo lo vuelve oro.

Spielberg recurre, para las secuencias más rústicas, más agrestes, a su amado John ford, y su 'Taberna del Irlandés'. Junto a su director de fotografía, para estas secuencias, imita la estética de grandes clásicos, a los que homenajea, como 'Lo que el Viento se Llevó'; el caballo, personaje mudo, que pasa de mano en mano como 'El Violín Rojo', atrapando los corazones de quienes, durante el tiempo que mide un soplo, lo poseen, sublime; planos espectaculares, cuadros vivos, con grúas, marca Spielberg; banda sonora, atada a la trama como el pañuelo de los Arracot al caballo protagonista, llena de autorreferencias, sugestiva, puro Williams. Otra vez Spielberg haciéndonos reír y llorar a partes iguales, buscando la perfección, la música de las esferas, la que escuchamos sólo, en películas como ésta, como 'War Horse'. 'El rey Midas' sigue emocionando a todos. ¡Larga vida al Rey!.

Jorge Arellano

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